Hay pocos cristianos que pueden responder con convicciones personales el motivo de su fe en Jesucristo. ¿Y los demás? Me he puesto a pensar que quien no puede tiene motivos para creer en Jesucristo, al final de cuentas le da igual en qué creer.
San Pedro exhortaba a sus hermanos cristianos «Estén siempre dispuestos a dar razón de su esperanza ante quienes les pregunten» (1P 3,15)
Quiero, querido amigo, que te sientas orgulloso de tu fe, que la sepas respaldar y defender no con las armas y la violencia, sino con la fuerza de la verdad. Sé consciente de que por tus venas corre la sangre de los mártires, por tu boca se expresan las palabras de sabiduría de los confesores y tus manos dan cuenta de las grandes expresiones artísticas de los hombres que creyeron en Jesucristo y en su Iglesia.
Cuando digas "creo", acuérdate de que esa palabra ha valido la vida de tantos hombres y mujeres. Incluso hoy día hay quienes son capaces de morir por la persona de Jesucristo y la Iglesia que Él vino a fundar.
Sé, cristiano, la credibilidad del que no cree, la seguridad del que duda, la fuerza del débil, la luz del que camina a tientas. Ojalá tengas la dicha de transmitir el fuego que arde en tu corazón a otros cirios para que ellos también consuman su vida, sus ideales y sus anhelos en el fuego que salta como una fuente y dura por toda la eternidad.
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